Bienvenidos al circo de la vida en diferido.

El Capitalista es mitad prostituta y mitad noble, tiene los valores y la educación de un señor pero se acuesta con el que tenga dinero. Está bailando y el resto lo sigue con entusiasmo. El capital es una roca gigante que  hay que cargar. Los trabajadores  empiezan a luchar para ver quién logra una mejor posición en la cuerda. No valoran mi trabajo, el uno, me han quitado el 15%, el otro, con tanta protección territorial solo hay chapuzas que apenas le alcanzan para vivir. Y así seguimos con estudiantes y empleadas domesticas que también quieren su parte.

Un economista bien preparado alentará a los trabajadores para seguir estirando de la cuerda, informa de todos los beneficios que el capitalismo comporta, que debemos estar orgullosos de este sistema que es un modelos a seguir en los países del primer mundo. Los trabajadores continúan cargando con la roca, pero el capitalismo es muy pesado e insostenible. Los trabajadores caen uno a uno. En el preciso instante en el que se levantarán en contra de este absurdo sistema aparecen los sindicatos, unos corderos muy simpáticos, con mucha energía y dispuestos a luchar por los derechos de los trabajadores. Dirán a los trabajadores que estas no son formas ni manera de trabaja y que es hora de exigir lo que les pertenece y con el lema “Así no!!” levantarán a los trabajadores unidos en contra del gobierno. El gobierno es un pastor muy trabajador que sabe cómo tratar con nuestros queridos corderitos. Pero no se crean que nuestro pastor es tonto, él no hace nada sin preguntarle antes al capitalista, es más, entre el capitalista, el pastor y los corderos se traen algo entre manos. Los trabajadores se están manifestando  de la mano de nuestros corderos, entonces aparece el pastor con una propuesta que nos beneficiará a todos. Es la hora de negociar, amamanta  a los corderos y anuncia las nuevas reformas conseguidas por los corderos a favor de los trabajadores, alargarán la cuerda para que la roca parezca más liviana.

Los trabajadores y corderos festejan el triunfo.

Protestar una vez al año no hace daño… Que a gustito se está en el rebaño

Bienvenidos a la democracia televisiva, a las opciones políticas del tdt. Bienvenidos a un presente sin brillo entre la vida abrefácil y el despilfarro sin sentido.

¡Vamos, circulen! Las calles no son puntos de encuentro, son pasarelas. El tráfico es el mismo para vehículos, personas o mercancías. Pasen todos de prisa, día a día, por túneles consensuados de casa al trabajo, del trabajo al centro comercial y vuelta a empezar.

Bienvenidos a la vorágine de placeres breves, modas pasajeras, autopistas, peajes, comida rápida y eyaculación precoz. Bienvenidos al mundo de lo nuevo y mejor, al desasosiego de querer tener más y más, a las necesidades ficticias. Bienvenidos a la isla de hormigón.

¡Viva la precariedad laboral, las aceras relucientes, las miradas esquivas! ¡Vivan las flores ordenadas como adoquines, los setos cual muros, porque la ciudad no es de quién la habita!

Actualízate, conéctate: a la experiencia por cable, a las redes sociales.

Elige un futuro asegurado, un empleo, un sofá confortable. Elige una nueva hipoteca, la misma semana programada; elige un momento adulterado, alimentos de plástico y una pareja con conservantes y colorantes.

Elige tus drogas legales, tus vacaciones guiadas. Elige poner buena cara, vivir esperando y un nicho a plazos. Elige volver en hilera a tu casa, como hormigas en fila, con la cara pegada al culo de la otra.

Pero si estás harto, si no te lo crees, tal vez sea el momento de actuar. Actuar para escapar del rol en el que estamos inmersos; para romper la espiral de ansiedad, preocupaciones banales e intereses egoístas. Cuando la sociedad se consume a sí misma, la vida depende de la agitación que realizan un@s poc@s excéntric@s. Queremos diluirnos en un torrente de iniciativas libres, cooperativas, ateneos, centros de intercambio…

Queremos abolir la rentabilidad material en pro de la comunidad. Rebasar el conjunto de compartimentos estancos que nos mantienen incomunicados. Saltar, de la insatisfacción al deseo, del deseo a la acción. Extender la agitación en el barrio, en el trabajo, en el día a día…

Somos sólo una expresión, de la tensión que se ha liberado, del cambio que ha comenzado paso a paso, boca a boca, con patadas o con besos.